Con indígenas y observadores de paz, el encuentro de TvAzteca
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 15 de febrero Ť Ya forma parte del anecdotario local la incursión del helicóptero de anteayer, y el techo y cobertizo de la escuela, destruidos como están, participan del paisaje paa quien los quiera ver.
Cada quien recuerda el incidente desde el principio, según donde estaba el viernes 15 a las 11:50 (aproximadamente), si en la milpa o la tienda, en el patio secando cacao o en el río lavando ropa. El helicóptero llegó a baja altura y dio vuelta, iniciando la espiral de descenso.
A partir de aquí todos los recuerdos se unifican en la sensación de amenaza y alerta. La mayor parte de los labriegos de La Realidad se dirigió a toda prisa hacia el patio de la escuela, donde evidentemente aterrizaría la nave, que como era blanca, la mayoría pensó que se trataba de la PGR (por acá no hay otra policía).
El helicóptero civil, rentado por el programa Hablemos claro de Televisión Azteca, no estuvo en tierra más de 30 minutos, pero ¿qué cree usted que encontró Lolita de la Vega en La Realidad? Lo siguiente:
Una vez derribado el guayabo, la nave se posó, en el mero mediodía, y pasaron breves minutos antes de que se disipara el polvo levantado por las aspas y se empezara a aproximar la gente, que rodeó a la nave. Por delante iban los representantes indígenas de la comunidad y miembros del campamento de paz que está en La Realidad.
Se abrió la escotilla y Araceli Hernández, a nombre del campamento, informó a los tripulantes que esas no eran maneras, que la comunidad estaba sobresaltada. Enseguida, un representante tojolabal solicitó a los seis tripulantes sus identificaciones, como se hace normalmente con todos los visitantes que llegan a esta comunidad.
En distintos momentos descendieron del helicóptero dos de sus tripulantes: Manuel de la Torre, director ejecutivo de Hablemos claro, y el señor Raquel Tino Cervantes, ``ayudante de producción'', a quien varias personas identificaron como agente de Migración, o que por lo menos lo han visto en los retenes migratorios.
La mayor parte del tiempo, los tripulantes permanecieron a bordo. Mientras un centenar de indígenas deliberaba atrás de la escuela, todavía intacta, los campamenteros se aproximaron a tomar fotografías del helicóptero, a la vez que desde dentro los camarógrafos de Televisión Azteca no dejaban de filmar.
Siendo que alrededor del helicóptero (y en muchos kilómetros a la redonda) sólo se hablaba español y tojolabal, hoy extrañó a Lázaro, cuando esta mañana le conté que la señora que bajó antier dice en televisión que oyó hablar alemán, inglés y francés.
-Ha de ser que está confundiendo porque no conoce el español -dice Lázaro, sin risa, pues habla en serio.
Durante la media hora que duró la incursión de la señora De la Vega y sus acompañantes, no recibieron ningún maltrato ni amenaza, según le consta a este enviado. Y difícilmente se intenta secuestrar a quienes están cómodamente sentados dentro de una nave que acaba de provocar miedo y hasta pánico.
A solicitud de la comunidad, los observadores del campamento de paz se acercaron a la nave para hablar en el mismo idioma. El de las cámaras. Estos observadores son los mismos que diariamente acompañan a los lugareños en el cinturón que se forma cuando atraviesa La Realidad la patrulla militar.
La situación era inédita; quizás por eso las deliberaciones de los indígenas, con sus idas y venidas, se prolongaron más de lo habitual. No sabían sin creerlos que eran periodistas. Nunca habían visto unos que se comportaran así.
Las primeras palabras de la señora De la Vega, es de suponer que el comienzo de su pretendido reportaje, fueron preguntas sobre cuántos extranjeros había en La Realidad y de qué países venían.
El capitán Ramón Bayona Celis y su ingeniero de vuelo, Javier Aguirre, esperaban en silencio, sin moverse de sus asientos, mientras el camarógrafo Marco Antonio Hernández accionaba su cámara sin descanso. A su lado se encontraban el reportero Gerardo Peralta y la propia Lolita de la Vega.
Cuentan quienes la oyeron que la señora De La Vega, a manera de explicación, dijo que llegaran por aire porque el camino terrestre estaba en malas condiciones (no son palabras textuales, evidentemente).
Eso lo recuerdan hoy con regocijo los hombres reunidos bajo la ceiba.
-Si supiera que ora está bueno el camino. Cómo se ve que no ha venido -dice Sebastián, y es que la carretera no había estado tan plana y sólida desde que se formó la selva Lacandona, en tiempos que los científicos estiman milenarios.
Fue después de esa conversación que este enviado, que había observado la escena desde unos 20 ó 30 metros, se aproximó al helicóptero y saludó al capitán Bayona, y poco después, de mano a la señora Lolita de la Vega, con quien he coincidido en diversos viajes de avión y eventos noticiosos. Generalmente intercambiamos escasas palabras de saludo. El viernes 13 no fue excepción.
El señor Manuel de La Torre González caminaba entre los campesinos con la misma actitud imperiosa y autoritaria que acostumbraba cuando fue funcionario. Amigo cercano del gobernador Alberto Albores Guillén, De la Torre es hermano de Librado de la Torre, secretario de Agricultura y Ganadería de Chiapas desde hace 3 días. ¿O caminaba como el eterno candidato que es a la presidencia municipal de Tuxtla? ¿O como cuando fue subdelegado forestal para la Selva Lacandona en la época de mayor depredación de la vegetación y los bosques selváticos?
Como quiera, Manuel de La Torre manoteaba, exigía, y los indígenas, con paciencia, lo toleraban.
Cuando los realideños se pusieron de acuerdo, se aproximaron de nuevo al helicóptero y solicitaron al equipo de Hablemos claro que se retirara, que no los autorizaban a permanecer en su pueblo. Con injustificada precipitación, pues fuera de aislados ``que se vayan'' nadie los amenazaba ni presionaba; los visitantes cerraron sus compuertas y el piloto emprendió vuelo con tal torpeza que provocó el colapso de la lamina del techo y el cobertizo de la escuela de La Realidad. Las láminas que salieron volando sólo hirieron al niño José Alfredo. Pudieron ser más los heridos.
El susto de los tojolabales de La Realidad no se compara al enojo que produce en Lázaro la afirmación de Lolita de la Vega, en el sentido de que los ``extranjeros manipulan a los indígenas''.
-Cómo se ve que no ha venido esa señora. Aquí la política es muy otra. Acá no estamos costumbrados de hacer lo que nos dicen, sino hacer lo que decimos.
Con la dignidad herida, Lázaro se incorpora lentamente (es un hombre mayor) y se despide:
-Dígale a esos periodistas del lícoptero, si los ve, que nosotros de por sí tenemos nuestro pensamiento.
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